domingo, 28 de febrero de 2016

Cuentos de luna llena

Capítulo 1

El príncipe


La luna asoma tímida entre las montañas, 
la noche empieza a cubrir de estrellas el cielo limpio.
A esa hora, como cada día, el príncipe prepara 
personalmente su corcel blanco como la nieve,
elegante y brillante, de crin larga muy bien peinada.
Siempre antes de retirarse a descansar da un largo paseo
por los montes solitarios, hablando con la luna, 
como único sonido de fondo algún búho malhumorado
por perturbar su momento.
Es un príncipe apuesto, solitario y algo bohemio, 
que cabalga para esconder su soledad en las noches frías.
Pero aquella noche estaba raro, inquieto él y su caballo, 
trataba de calmarlo pero era misión 
imposible, el corcel se movía mas que de costumbre.
Adentrándose en el bosque mas profundo
donde solo algunos claros de ramas de los robustos árboles
dejan pasar claros de luna llena, el silencio se hizo
cada vez mas profundo, un silencio inusual, que daba miedo.
Se disponía a volver a palacio cuando un crujido seco sonó
a lo lejos, se paró y miró a su alrededor,no veía nada.
Pero su curiosidad le podía y giró su caballo hacia el ruido.
Caminando despacio y ojeando a su alrededor buscaba algo sin 
saber bien que era, pero tenía esa sensación curiosa.
Entre las ramas del suelo sintió algo moverse y salir corriendo,
pensó que era un animal, su caballo alzó sus patas delanteras 
por el susto del momento, cabalgó hacia aquello que se movía entre las ramas,
dando caza al fin. Cual era su sorpresa al descubrir a un enano, 
cabreado y asustado a la vez, sin armas y sin voz.
Decidió que era un pobre diablo del bosque y lo dejó en libertad.
Volviendo atrás camino de su castillo, y mientras hablaba a su luna llena
que se divisaba entre los arbustos, encontró una dama en el suelo.
Se bajó rápido de su caballo y se acercó a ella, quieta en el suelo, 
un suelo húmedo y frío, era menuda, su pelo negro como la noche, cubría su rostro,
apartó el pelo que lo tapaba y la luna iluminó la cara de aquella mujer,
de piel suave y blanca, casi desmayada y sin fuerzas, con el frío de la noche 
entre su alma y su piel.
Le susurró levemente y la muchacha abrió los ojos, inmensos como un abismo,
negros como la noche, y con el reflejo de la luna en sus pupilas.
La montó delante suyo en el caballo y cabalgó a palacio.
La tomó entre sus brazos aún desvanecida y la colocó en el sillón al 
lado del fuego para que entrara en calor.
Poco a poco sus mejillas empezaron a tomar color, un color rosado,
sus ojos negros impresionantes lo miraban en silencio... él, la miraba 
y sonreía, su corazón latía con fuerza...

(continuará)

TCL



2 comentarios:

  1. La muchacha abrió los ojos, inmensos como un abismo, negros como la noche, y con el reflejo de la luna en sus pupilas...

    El, la miraba y sonreía, su corazón latía con fuerza...

    Nueva faceta con alegorías propias de la escritora, yo diría que soñando despierta. Buen domingo amiga.

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  2. Me gustan los cuentos, en ellos el final siempre es feliz, la aventura te envuelve, y sueñas...
    No siempre las princesas son rubias, altas y con ojos claros, estamos las morenas de largo pelo rizado, negro como la noche con ojos de mirada profunda.
    Me gustan los cuentos, me gusta soñar... despierta.
    Un beso enorme, mi gran y admirado amigo.

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